A través de los siglos, la captura de imágenes ha ido uno de los sueños del hombre; desde su concepción como tal con Leonardo Da Vinci y la cámara oscura; a la del primer fotógrafo catalogado como tal, Nicéforo Niepce que en 1826 tras ocho horas de exposición, con la misma, logro una imagen; al surgimiento del daguerrotipo en 1836 a través de planchas recubiertas con una capa sensible a la luz de yoduro de plata, pasando por los calotipos de Talbot en 1839; a las imágenes fijas denominadas desde ese mismo año fotografías por Herschel; pasando por las planchas de cristal húmedo en 1851, a la primera fotografía a color en 1861, al invento de la película en rollo en 1889, al surgimiento de la película a color en 1935, la fotografía instantánea en 1948, hasta la aparición de la primera cámara digital en 1990। Nos lleva a considerar a la fotografía como uno de los procesos y tratamientos de imágenes más revolucionario de todos los tiempos, ya sea por su injerencia a través de los reportajes fotográficos, las fotografías documentales por mencionar solamente algunos hasta la concepción de alternativa del dibujo y la pintura que tuvo de 1860 hasta 1890.

Sin embargo, la fotografía es más que eso, pues además de un excelente instrumento de documentación: es memoria y es visualización; es crónica, es reflejo de situaciones humanas y en ocasiones es poesía, luz y color, es mensaje expresivo e interpretativo; ya lo dijo Henry Cartier Bresson “Fotografiar es colocar la cabeza, el ojo y el corazón en un mismo eje”.

Y así, tenemos a representativos fotografos como John Szarkowski, Ansel Adams, W. Eugene Smith, Brassai, André Kertész, Helmut Newton, Alvarez Bravo, Mariana Yampolski, David Lachapelle entre muchos otros personajes, que han hecho de la fotografía no sólo su “modus vivendi” sino toda una cultura… todo un arte.